viernes, 14 de noviembre de 2014

Tres mitos sobre productividad que deberías desechar

Se escribe muchos sobre cómo podemos ser más productivos. También lo hacemos en MuyPymes. Pero lo cierto es que muchas de las cosas que se dicen una y otra vez, podrían no ser totalmente ciertas o incluso, entrar directamente en la categoría de mitos. Es lo que nos explica Timo Kiander en un interesante artículo para Productive Magazine, en el que analiza lo que cree que son tres grandes mitos de la productividad.

Necesitas 21 días para formar un nuevo hábito

Está instalado en la cultura popular. 21 días son los necesarios y suficientes para crear un nuevo hábito. Incluso el programa de televisión “21 días” emitido por Cuatro, hace hincapié en esa “cifra mágica” a la hora de crear un nuevo hábito o descubrir una nueva realidad social. ¿Pero por qué  21 días? ¿De dónde viene esa cifra?
La respuesta la encontramos en el libro de Maxwell Maltz, “Psico-cibernética”, donde se describía cómo un paciente tardaba una media de 21 días para acostumbrarse a una nueva cara o un nueva mano tras haber sido operado.

A partir de aquí fue engrosando “el mito” y se empezó a decir que cualquier nuevo hábito se forma en 21 días. En realidad lo que Maxwell afirmaba en su libro era que se necesitaba un mínimo de 21 días.  El propio Maxwell explicaba que la sensación de tener un miembro “fantasma” en paciente amputados o a los que le han implantado un nuevo miembro, persistía no menos de 21 días; y añadía algunos hechos que han contribuido a la confusión, como que las personas necesitan tres semanas en una nueva casa antes de sentirla como su hogar o que se necesitas 21 días para olvidar una imagen.
Posteriormente los experimentos que se han hecho en este campo han puesto en cuestión los 21 días de Maltz. Según un estudio desarrollado en 2009 por el European Journal of Social Psychology, la media que se tarda en formar y consolidar un nuevo hábito se sitúa en los 66 días, aunque dependiendo del tipo de persona  de hábito que se quiera formar, el rango puede oscilar entre los 18 y los 254 días.

Necesitas dormir 8 horas para dar el máximo al día siguiente

Dormir es imprescindible para nuestra salud física y mental. Y hasta aquí todos los científicos están de acuerdo. Donde parece que hay más discrepancias es sobre el número de horas que necesitamos hacerlo para rendir al máximo. Históricamente encontramos ejemplos como el de Margaret Thatcher que solía afirmar que no dormía más de 4 horas al día cuando tenía trabajo y en el lado contrario, el de deportistas como Federer que explican que no pueden dormir menor de diez horas antes de un partido.
Pero quitando estos casos extremos, hay varios estudios que empiezan a cuestionar el mito de las ocho horas. Según indican expertos en estudios del sueño como Daniel Kripke, la media ideal se encuentra entre las 6,5 horas y las 7,5 horas como norma general, aunque esto no quiere decir que necesariamente sea malo dormir 8 horas.
Lo que sí parece más claro es que dormir más de ocho horas no suele equivaler a descansar más o dormir mejor y de hecho el efecto que podemos conseguir más bien es el contrario al deseado.

La multitarea siempre es negativa

En MuyPymes estamos convencidos de esta gran afirmación. Entrar en un modo multitarea no nos va a ayudar a ser más productivos, sino más bien todo lo contrario. Os lo contábamos en el artículo “Multitarea: el gran enemigo de la productividad al descubierto” en el que además os mostrábamos cómo en realidad nuestro cerebro es incapaz de hacer dos cosas al mismo tiempo.
Siendo esto así, en Productive Magazine defiende que en realidad podemos conseguir ser productivos en escenarios multitarea si somos conscientes de que estamos en ese modo, haciéndose eco de los postulados que se exponen en el libro “Find your focus zone” de Jo Palladino.
Es decir podemos combinar una tarea aburrida y casi automática con otra que sea más divertida y que requiera más atención, siempre que seamos plenamente conscientes de lo que estamos haciendo y sin poner el modo automático.
De los tres mitos que exponemos, nos mostramos plenamente convencidos de la validez de los dos primeros pero mantenemos ciertas reservas con respecto al último, tal vez por no haberlo puesto en práctica. ¡Esperamos por lo tanto vuestros comentarios!

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